Por José Luis de la Calva
(Agencias EFE y AFP).- Un mes y medio después de la impactante muerte del niño sirio Aylan Kurdi en las costas turcas, ahora en una confusa tragedia se hundió ayer una barcaza con 39 refugiados a bordo y murieron ahogados cuatro chicos -uno de ellos, un bebe-, dos mujeres y un hombre que iban desde Turquía hacia la isla griega de Lesbos.
El extraño accidente se produjo media milla náutica (unos 900 metros) al norte de Lesbos, la isla que sirve como punto de entrada para la mayoría de las personas que hacen la travesía a Grecia desde la cercana costa turca.
Aparentemente, debido al fuerte oleaje, la barcaza de madera chocó contra una patrulla de la guardia costera griega, de 30 metros de eslora.
No está claro si la barcaza repleta de refugiados intentó huir o cuál fue el motivo por el cual finalmente se produjo el naufragio.
Aunque 31 personas pudieron ser rescatadas, siete murieron y una está aún desaparecida. En una imagen trágicamente similar a la de septiembre pasado cuando un agente turco llevó en brazos al pequeño Aylan Kurdi, de tres años, esta vez fue un guardacostas griego quien llevó a tierra en sus brazos a una de las pequeñas víctimas. No fueron informadas la identidad ni la nacionalidad de ninguno de los muertos.
Éste no fue un episodio aislado en la jornada de ayer. En el interminable flujo de refugiados que huyen de la guerra siria e intentan llegar a Europa, un total de 276 personas fueron rescatadas durante el día en tres operaciones cerca de las costas de las islas griegas de Lesbos, Quíos y Kos. Estos archipiélagos son los que registran el mayor número de desembarcos de refugiados debido a su cercanía con Turquía, poco más de 15 kilómetros.
Pese a los esfuerzos de la operación europea de búsqueda y rescate Frontex, que salvó decenas de miles de vidas este año, el Mediterráneo sigue siendo la vía más mortífera para los refugiados y los migrantes, según la ONU.
En lo que va del año, más de 3000 personas han muerto en sus aguas, según las cifras del Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
En tanto, el ritmo de llegadas a Grecia se sitúa en unas 7000 personas por día, más de 450.000 desde enero. El país es en efecto la principal puerta de entrada en Europa de los extranjeros, en su mayoría refugiados que escapan de la guerra en Siria.
La isla de Lesbos en particular vive una catástrofe humanitaria sin precedente. Este archipiélago de 85.000 habitantes está «a punto de explotar» por la presencia de «entre 15.000 y 17.000 refugiados», el equivalente de una quinta parte de su población total, dijo hace un mes el ministro de Política Migratoria griego, Iannis Mouzalas.
A eso se suma la enorme cantidad de víctimas fatales de los naufragios, que están generando un problema inusitado en la capacidad limitada del cementerio local.
Semanas atrás, el responsable de la necrópolis, Christos Mavrakidis, advirtió que en este momento sólo hay una solución para poder dar digna sepultura a las víctimas de los naufragios: «Exhumar los muertos de años anteriores», como se hace en Grecia con aquellas personas sin medios para las concesiones a perpetuidad en los camposantos. Y eso a sabiendas de que el rito musulmán lo prohíbe.
Frente al drama de los refugiados, la Unión Europea se puso de acuerdo para repartir 120.000 migrantes entre los Estados miembros y ayudar financieramente a los países vecinos de Siria, que acogen a millones de personas.
Sin embargo, la ONU llamó a los dirigentes europeos a hacer más para afrontar el mayor fenómeno migratorio en Europa desde 1945.